martes, 15 de abril de 2008

¿La fotografía, capaz de encapsular el tiempo?

Análisis filosófico: ¿La fotografía, capaz de encapsular el tiempo?
por: Diana Karen Navarro Nolasco

Un suspiro que se pierde en el aire. El aliento rehusante a morir con el tiempo, valiéndose de la fotografía, deja huella de su presencia sobre el piano, aferrado, encapsulado, impreso y atrapado, a través del tiempo.

Gabriel Orozco es el autor de esta fotografía tomada en 1993; Aliento sobre piano. El trabajo de este artista mexicano se caracteriza por los pequeños gestos sobre el tiempo, que crean una nueva situación sobre el espacio
[1] especialmente presentes en los proyectos de fotografía, los cuales han sido capaces de lograr que esos pequeños instantes o importantes momentos perduren en el tiempo. La fotografía le roba un instante al tiempo, lo detiene, alterando la vida.

Desde la época presocrática, el tiempo era considerado indispensable para el desarrollo de lo que conocemos como cosmos. Aristóteles por su parte, afirmaba que el tiempo no se compone de instantes, éstos sólo son límites de tiempo, que a su vez representan la esencia del tiempo, además que son unión y separación del mismo
[2]. El tiempo pues, para Aristóteles es infinito y eterno en el que los instantes son finitos y pasan a ser partes de un todo. Lo que podría representar a la fotografía, que si bien no es el tiempo en sí; guarda una estrecha relación funcionando como fracción del tiempo de un todo.

De las ideas de Aristóteles, se desprendieron dos grandes corrientes acerca de la percepción del tiempo. En la primera, el movimiento considerado sólo como parte de la medición del movimiento y la segunda relacionando al tiempo con la psicología y el alma. En esta última se manejaba a la humanidad como parte fundamental del tiempo, porque no existiría tiempo si nadie lo midiera, o en su defecto, sin una conciencia que se percatara de ello.

A diferencia de Aristóteles, con el surgimiento de la revolución científica, y el estudio de la física, la percepción del tiempo cambió por completo. Comienza la idea de un tiempo abstracto, que es sólo una variable en el estudio del movimiento. La cual se desprendió de la corriente relacionada con el movimiento. Y en ese momento nace la correlación entre tiempo, espacio y materia, que podía ser tomada como verdad absoluta o sólo tomar en cuenta la correspondencia existente entre estos tres elementos.

Newton defendía el tiempo como algo absoluto e independiente. No es dependiente de un movimiento o a un fin en específico. El tiempo absoluto, verdadero y matemático, en sí y por su naturaleza, fluye igualmente sin relación con nada externo
[3]. De esta manera el tiempo y el espacio se mueven en esferas diferentes. Así, el movimiento esta conformado por un grupo de cuerpos ajenos a la relación con el espacio. Éste está conformado por una infinidad de puntos y el tiempo por su parte, está formado por un infinito número de instantes. Probablemente, para Newton la fotografía no podría encapsular el momento, ya que el tiempo y el espacio son totalmente independientes. La fotografía sólo plasma lo que se vivió en un momento que ya ha pasado, porque el tiempo fluye y no se detiene.

Isaac Newton manejó una estrecha relación entre el tiempo y Dios, afirmaba que ambos son los órganos sensoriales de Dios
[4] . Aclara que el espacio y el tiempo no son Dios, sin embargo es Dios la personalidad del espacio y el tiempo porque ha existido desde siempre. A esta teoría se le conoce como sensorium Dei.

En contraparte con la ideología newtoniana, Leibniz, un filósofo alemán, exteriorizó la inconformidad con las teorías de Newton en una serie de 10 cartas intercambiadas 1715 y 1716 entre Leibniz y Clarke; éste último defendía a Newton. La Ley de Leibniz, afirma que no hay dos cosas que tengan todas las características iguales y que al mismo tiempo sean numéricamente diferentes pues las dos cosas serían exactamente iguales. Así, cuando Dios creó el mundo, no habría diferencia si lo creaba antes o después, ya que como no había cosas, todo era igual; no había distintos, antes y después era lo mismo. Para Leibniz, la concepción del tiempo como una infinidad de instantes era obra de la imaginación, como también afirmó Aristóteles; para Leibniz, el tiempo era más bien una coexistencia, un orden que guardan los cuerpos
[5]. Sin los cuerpos no existiría espacio y mucho menos el tiempo. Una fotografía al tener las mismas características que el momento en el que fue tomada; no es algo distinto. Leibniz no manejaría distinciones entre la fotografía y el tiempo.

Edmund Husserl, un filósofo alemán, estaba en contra del positivismo, el cual es el afán que surgió de querer demostrar todo a base de las ciencias exactas; incluyendo la filosofía. Para desafiar esta corriente, creó la fenomenología de Husserl. El cual busca la verdad de la filosofía basándose en la conciencia. De esta manera, a partir del análisis y las vivencias se podrá distinguir entre un tiempo físico y uno fenomenológico. En el tiempo fenomenológico, ligado a la conciencia, se tomará en cuenta la duración. Este proceso es exclusivo e interno de la conciencia, que no es más que la vivencia del momento, que fluye constantemente en la memoria. El tiempo físico no guarda el orden de las vivencias que son lo que se denomina temporalidad. La temporalidad es la unión inseparable de las vivencias, que juntas forman un flujo continuo de lo vivido a lo que se le conoce como duración real. Con esto, la temporalidad y la conciencia no son dos cosas que existen por separado, sino que la temporalidad no podría existir sin la conciencia pues es ésta última la que forma y aloja a la temporalidad. La fotografía, entraría en el concepto del tiempo fenomenológico, pues el momento en que la fotografía fue tomada queda impreso en el papel y posteriormente puede ser recordado y traído al tiempo presente cada vez que el individuo lo desee, porque el instante quedó atrapado y almacenado en la memoria.

Así pues, la fotografía es incapaz de “encapsular” el tiempo, pues siempre está fluyendo. Sería imposible detener un instante para siempre porque el tiempo es infinito y eterno. Sin embargo, el hecho de contemplar una fotografía invita a la memoria y conciencia a traer esa fracción de tiempo y poder recrear el momento vivido; ese instante que ha pasado. Tal vez ésta es la razón por la cual la fotografía ha sido una manera de “atrapar” esos pequeños momentos de nuestra historia para poder recordarlos una y otra vez. La fotografía es una manera de sentir, tocar, amar. Lo que ha sido captado queda impreso por siempre. Una fotografía recuerda pequeñas cosas, aún después de que todo haya sido olvidado. Es una fracción de segundo que puede ser guardada por una eternidad, que a la simple contemplación, la imagen y la vivencia regresan tantas veces se desee. Alguna vez Berenice Abbott, una fotógrafa estadounidense dijo: La fotografía sólo puede representar el presente. Una vez fotografiado, el objeto se vuelve parte del pasado.
[6]



[1] Patrick Charpenell, curador de la exposición de Gabriel Orozco en Bellas Artes.
[2] Aristóteles, Metafísica, 1022a. (Gredos, Madrid 1994, p. 246).

[3] Principios matemáticos de filosofía natural, Isaac Newton
[4] Sensorium Dei: Diccionario de filosofía Herder en CD-ROM. Barcelona, 1996.
[5] La polémica Leibniz Clarke, (edición de Eloy Rada), Taurus, Madrid 1980.
[6] Berenice Abbot. Traducción de: “Photography can only represent the present. Once photographed, the subject becomes part of the past”.

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